Buenas noches mis queridas y lindas Mariposas, ¿qué tal estáis preciosas mías?. Bueno se que me tenéis que regañar, que madre mía llevo un poquito bastante sin publicar, pero siempre os tengo presente, se que estáis ahí, quizás esperando a que esta Mariposa desplegue sus alas y escriba un nuevo post contando un poco más de aquellos paisajes soñados en los que ha podido estar y disfrutar..
Pues aquí estoy, ilusionada y como no en mi amado Madrid, ufff ¡qué ciudad tan hermosa!, ¡me encanta!…sinceramente cuando llego aquí, al centro de Madrid es como si me sintiese en casa, segura, feliz y con muchas ganas de realizar nuevos proyectos y de no parar. Tal vez sea que se me contagia las como llamamos en mi tierra “prisas madrileñas”. Muchas de las Mariposas que viven aquí siempre me dicen que desean irse a otro lugar, que si la ciudad es un agobio, y bla bla bla, pero luego no se van, no alzan el vuelo hacia otros rincones en que los atascos casi no existen y las prisas se convierten en remansos de paz. No, se quedan, y ¿sabéis por qué?, porque estan enamorados de su ciudad, y claro está que les cuesta admitirlo…
Paseo bajo un dorado Sol, que con su luz hace resplandecer más la belleza de mi Madrid, vestida informal, un vestido de nueva temporada en azul eléctrico que se mezcalaba con los colores del cielo azul que lucía hoy, unas botas cortas, mis gafas de Sol y un cinturón a la cadera. Varios turistas se agolpan para ver el cambio de la Guardia Real, y os confieso que me he emocionado al verlo, jamás lo había podido ver, y hoy, ahí en un simple y cariñoso paseo por mi centro, estaban atrayendo con su garbo a multitud de personas. Ha sido bonito, y lo que más el silencio que se produjo desde el inicio hasta el final, me gusta.
Me acerco a la Almudena, hoy si, hoy he subido hasta ella y la he podido contemplar de cerca, ¿repetiré?, pues seguro que sí. Siempre que visito algún lugar entro en sus iglesias, no se, pero me atrae, me gusta contemplar su arquitectura, sus imágenes, su vida de fe interior. Esas cositas que sin querer salen del corazón e inundan todo lo que toca, todo lo que le rodea.
Sonrío la salir, pues la luz del exterior se alza grande como esta eterna ciudad que siempre siempre voy a llevar en mi corazón.
Eso sí antes de marcharme he pillado unos barquillos, mmmmmm, ¡qué ricos!.
Mariposas, brillad con vuestras alas y llenad vuestros sueños de sonrisas.
Un beso preciosas mías y a volar…